Pirata

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«También tenía un gato que se llamaba Pirata, pero se ha tenido que ir al cielo y está con mi abuelo». Así es como Eiza, una niña de apenas 4 años, presenta a su perra Kyra desde que Pirata falleció.

Eiza pasaba unos días de vacaciones junto a sus padres Diana y Elvis en el complejo turístico de Castellón, Marina d’Or, donde empezaron a ver un cachorro en aparente mal estado de salud. Tras unos días ingeniándoselas para cogerle, finalmente lo consiguieron cuando ya iban a regresar a casa de sus vacaciones. Vieron que Pirata tenía una respiración dificultosa, así que al llegar a Madrid nos lo trajeron a nuestro centro veterinario.

Tras la valoración de los veterinarios y de distintas pruebas diagnósticas, vimos que Pirata padecía una hernia diafragmática traumática. El diafragma es un músculo que separa la cavidad torácica de la abdominal y que tiene un importante papel en la función respiratoria. El diafragma de Pirata estaba roto por lo que parecía un golpe (probablemente una patada ya que no tenía lesiones compatibles con alguna caída o atropello), lo que provocaba que algunos de sus órganos abdominales (estómago, intestino delgado, bazo, hígado, riñones…) ocupaban parte de la cavidad torácica.

Al encontrarse Pirata en muy mal estado para meterle en quirófano, le pusimos en tratamiento y le proporcionamos vitaminas para que se encontrara lo más fuerte posible para la cirugía. Se le intervino a las 48 horas pero lamentablemente Pirata no aguantó la cirugía y falleció.

Cuando Eiza vio que su gatito no regresaba a casa, preguntó a sus padres dónde estaba Pirata. Sus padres la explicaron que se había ido al cielo y cuando estaba a punto de llorar la contaron que como le habían rescatado de la calle, en vez de estar solo y perdido en el cielo estaba con el resto de las mascotas de la familia y ya no iba a estar solo nunca más. A lo que Eiza respondió: «Ahhh mamá, también está con el abuelo que le está dando de comer y sacándole a pasear».

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