Coral

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Coral es una perrita Yorkshire de 12 años que necesitaba nuestra ayuda urgentemente. Su dueña Merce, nos llamó una mañana para decirnos que Coral llevaba dos días sin comer y postrada en su cama. No tenía dinero para llevarla al veterinario, pero al ver que Coral se estaba apagando, bajó a un veterinario cerca de su casa para suplicar que al menos la miraran qué tenía. Allí la dijeron que seguramente tenía una piómetra (infección de útero) y que había que operarla de urgencias, pero Merce no podía pagarlo.

Alguien la habló de nosotros y cuando nos llamó y nos contó su caso, al conocer la gravedad de Coral, la dijimos que viniera inmediatamente a nuestro centro y movilizamos a un equipo veterinario de urgencias. En menos de una hora, Merce apareció con su perra en brazos, que ya ni siquiera aguantaba el peso de su cabeza, que la llevaba colgando.

Mediante una ecografía confirmamos que Coral padecía una piómetra tal y cómo la habían dicho y, a pesar de su estado, había que meterla inmediatamente a quirófano. Mientras dormíamos a Coral, entró en parada cardiorespiratoria de la que nuestro equipo veterinario consiguió reanimarla. El electrocardiograma y analítica eran fatídicos, pero no teníamos más opciones que continuar para intentar salvarla. Al abrir, nos encontramos con una piómetra abierta: tenía el útero perforado y la infección se había diseminado por el interior de su abdomen, lo que había provocado una septicemia y necrosis en los tejidos. A pesar de ello, nuestro equipo prosiguió la cirugía, pero Coral una vez más entró en parada cardiorespiratoria durante varios minutos, pero una vez más nuestro equipo la reanimó.

Se consiguió terminar la cirugía, pero Coral estaba muy grave. Además desconocíamos los daños neurológicos que podían haberle ocasionado las dos paradas cardiorespiratorias.

A los pocos minutos de terminar la cirugía y mientras la manteníamos hospitalizada en cuidados intensivos, Coral finalmente murió.

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