Garfield fue encontrado a mediados del mes de noviembre en una carretera, a la salida de un pueblo de Toledo. Había sido atropellado y vagaba aturdido por el golpe con su boca destrozada. Estaba totalmente a la vista pero para los ojos de todos los que pasaban por allí, era totalmente invisible. Hasta que, como todo animal rescatado, se cruzó su ángel de la guarda (aunque en esta ocasión eran dos ángeles).
Lo llevaron a un veterinario de la zona y Garfield tenía muy mal pronóstico: a parte de la evidente fractura de mandíbula, tenía un neumotórax. Estuvo unos días ingresado y, debido al mal estado de la boca, tuvieron que ponerle una sonda nasogástrica para que fuera alimentado.
Teo, una mujer animalista de Toledo, se enteró de su situación. Como ya nos conocía de otros casos en los que la hemos ayudado (Chiqui y Ángel) se puso en contacto con nosotros para ver si podíamos ayudar a Garfield. Buscaron una casa de acogida en Madrid y Garfield viajó hasta nuestro centro para que fuera valorado.
En las radiografías pudimos confirmar que tenía una fractura mandibular múltiple además de una dehiscencia del tejido labial que dejaba a la vista el mentón. Tras una larga y complicada cirugía, se le reconstruyó la mandíbula y el labio inferior.
Tras las primeras 24 horas de la cirugía y observar que evolucionaba, se le retiró la sonda nasogástrica y se le empezó a alimentar con comida blanda en la clínica. Siempre había demostrado buen carácter, pero fue en este momento cuando realmente demostró ser un gato super cariñoso ya que, a pesar de estar recién operado y tener toda la boca recién reconstruida, no sólo permitía que le alimentáramos, sino que nos agasajaba con sus ronroneos y restregaba su cabeza contra nosotros.
Ya, en su casa de acogida, los días posteriores empezó a comer por sí mismo y sigue evolucionando favorablemente.