Mari Carmen es una de esas mujeres entregadas en cuerpo y alma a los gatos callejeros. Son muchos los años acumulados a sus espaldas cuidando de colonias felinas en Sevilla.
A principios de diciembre, Mari Carmen encontró tendido en el suelo cerca de su colonia un pequeño gatito que parecía estar muerto. Fue una casualidad, ya que tenía prisa en un principio iba a echar de comer a su colonia sin traspasar la valla que tiene que saltar habitualmente, pero el destino hizo que cambiara de opinión y gracias a ello fue por lo que encontró a Algodón. Rápido cogió su cuerpo del suelo y fue al veterinario más cercano, donde le dijeron que tenía la pelvis y una pata destrozada. Cerca de la colonia hay un lugar con caballos y ya en alguna ocasión ha aparecido algún gato joven confiado que ha sido pisado por algún caballo en un descuido.
Mari Carmen se puso a buscar ayuda entre sus compañeras ‘gateras’ y fue una de ellas la que nos puso en conocimiento del caso de Algodón. Una red de maravillosas mujeres amantes de los gatos se dispuso a trasladar desde Sevilla a Madrid en tiempo récord y acogerle mientras se recuperaba de las cirugías que hubiera que realizarle.
Una vez en Madrid, los veterinarios comprobaron que Algodón tenia una fractura en ambos acetábulos, fémur y tibia. Se le realizó una primera intervención para solucionar las fracturas de los acetábulos y a la semana siguiente se le operó el fémur. Desde entonces, su casa de acogida nos informaba de que algo iba mal con Algodón. Al poco de la cirugía, expulsó un parásito interno enorme (al parecer una tenia) y tenía bastantes diarreas. Se le desparasitó y no mejoraba. Además comenzó a tener bastante mucosidad y dejó de comer, por lo que decidimos ingresarle.
Tras más de una semana con oxigenoterapia, fluidos y ser alimentado con una sonda en un estado muy grave, Algodón tuvo una leve mejoría. Pero en apenas unas horas volvió a recaer y su situación empeoró aun más. Lamentablemente tuvimos que tomar la dura decisión de dormirle y dejarle descansar en paz.
Lamentamos no haber podido salvarte, pequeño.