Trufa

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Carmelo tiene 64 años y un grado de discapacidad del 65%. Recibe una pensión que apenas le permite pagar los gastos del día a día, pero tampoco le hace falta mucho porque él es feliz paseando por el barrio junto a Trufa, su perrita de 6 años.

Hace un tiempo que empezó a notar más decaída a Trufa y con fuertes dolores por el cuerpo. Tiene poco dinero pero pudo juntar lo suficiente para llevarla a un veterinario, pero no para hacerle las pruebas que sirvieran para diagnosticar lo que le sucedía a su fiel compañera. Él confiaba en que no sería nada grave y que se recuperaría dejándola descansar más y dándole todo el amor del mundo, pero observaba que pasaban los día y Trufa no estaba mejor.

Alguien del humilde barrio donde reside les habló de la Fundación Mascoteros. Ya habíamos ayudado a un par de vecinos en situaciones parecidas a la suya. Nos llamó y, tras comprobar la documentación que acreditara su situación, le dimos cita para revisar a Trufa.

Nuestros veterinarios apreciaron que Trufa sufría un fortísimo dolor abdominal y, tras realizarle una ecografía, le diagnosticaron de una grave cistitis e infección de vejiga, también observaron que tenía sobrepeso, seguramente derivado de una inadecuada alimentación. Le pusieron tratamiento antibiótico y antiinflamatorio inyectado, también se le pautó ambos en comprimidos para darle los días posteriores. Además informaron a Carmelo de cómo y en qué cantidades debía alimentar a Trufa para que adelgazara.

Tras tres semanas en tratamiento, Trufa mejoró pero seguía quejándose de dolor por las noches. Decidimos que lo mejor era esterilizarla cuanto antes porque las infecciones del tracto urinario podían tener relación con los celos. Tras la esterilización, Trufa mejoró drásticamente y finalmente se recuperó por completo, además de perder peso. Durante la revisión de la cirugía, se observó que tenía otitis y conjuntivitis, así que aprovechamos para también ponerla en tratamiento.

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