Pelusete es un gato de apenas 3 años cuya dueña, Esmeralda, fue despedida justo cuando comenzó a ponerse enfermo y lo estaba tratando. En medio del tratamiento, con el animal sondado porque no comía por sí solo debido a una colangiohepatitis grave, tuvo que sacar a su animal del centro donde se encontraba ingresado.
Esmeralda veía como Pelusete empeoraba día tras día, pero alguien le habló de nosotros y, cuando supimos su situación, nos pusimos manos a la obra para ayudarles.
Cuando vino a nuestro centro, Pelusete estaba completamente amarillo y deshidratado y, a pesar de ser alimentado por sonda, vomitaba todo lo que comía. Esto era una factor importante ya que la medicación que estaba tomando era por vía oral y, al vomitar, es como si no la estuviera tomando. Le realizamos una analítica completa, que reflejó que tenía anemia y una alteración hepática con un aumento grave de bilirrubina.
Procedimos a ponerle antibiótico, antiinflamatorio, antiemético y protector gástrico inyectados.
Tras una semana en tratamiento, Pelusete había mejorado. Había vomitado alguna vez, pero mucho menos que previamente al tratamiento. Pero no quería comer por sí mismo, principalmente por dos motivos: repudiaba el alimento gastrointestinal y porque la sonda, que llevaba varias semanas puesta, le estaba generando muchas molestias a la hora de comer. Así que le retiramos la sonda y ya en la misma consulta comió algo de una lata.
Durante la semana ha seguido mejorando en su casa, pero seguiremos revisándole periódicamente durante un tiempo.