Si tuviéramos que resumir la complicada vida de Ana María, podríamos decir que se ha dedicado a entregarse en cuerpo y alma a su familia. Ana María recibe ayudas de los servicios sociales por encontrarse en una situación en riesgo de exclusión social. De ella dependen sus hijo menor, su hija la mayor y su nieto y sus padres, ambos enfermos de cáncer.
El pasado mes de septiembre, se encontraron una gatita de apenas un mes vagabundeando en la calle. Decidieron darle un hogar hasta que le encontraran casa, pero quién les iba a decir que iba a ser tan complicado por el hecho de ser de color negro…
El tiempo pasaba y no salía una adopción para Mini, así que tiraron de lo poco que tenían ahorrado y le hicieron los test de Inmuno y Leucemia, desparasitaron y comenzaron con su pauta de vacunación. A la dificultad de salir adoptada por ser negra, se sumó que Mini también dio positivo a Leucemia… Pero Ana María y su familia no desisten desde entonces en encontrarle una familia definitiva, mientras a Mini no le faltaría un techo bajo el que dormir y alimento con el que llenar su tripita.
Hace unos días Mini apareció tumbada sobre su arenero, no podía levantarse. Ana María vió que sobre la arena había una sustancia blanquecina purulenta que segregaba por la vagina. Asustados fueron corriendo a un veterinario, donde les dijeron que Mini padecía una piometra (infección de útero) y que tendría que ser intervenida urgentemente.
Ana María no se lo podía creer ¿de dónde sacaría ahora 400€ para que Mini no se muriera? Tres días se tiró buscando ayuda mientras Mini empeoraba, hasta que dió con la Fundación Mascosteros que decidimos ayudarla. A la mañana siguiente, tras que Ana María acompañara un día más a sus padres al hospital para que les trataran de su enfermedad, Mini llegó al Centro Veterinario Mascoteros donde Mini fue intervenida de urgencias.