A Caponata la tiraron en el jardín de una compañera de la Fundación. Probablemente alguien sabía que dejándola allí, recibiría la ayuda que necesitaba. Porque Caponata estaba coja cuando nuestra compañera la encontró, acomodada en el gallinero de su casa.
En seguida acudió a la llamada de nuestra compi. Sólo quería mimos y que alguien la diera de comer. Aún tenía la marca de un collar, un collar que alguien le había quitado antes de abandonarla allí. En seguida se cercioró que tenía una pata inflamada y que no la apoyaba.
Acudió al Centro Veterinario Mascoteros para que le revisaran su pata y ser esterilizada. La radiografía reveló que sufría una luxación en una pata posterior, al encontrarse ‘estable’ los veterinarios decidieron ponerla en tratamiento y observar si evolucionaba favorablemente para así no tener que operar.
También la esterilizaron y le realizaron los test, resultando negativo a inmunodeficiencia y leucemia.
Convivió con nosotros en nuestras oficinas unos días, sabíamos que pronto encontraría casa ya que es un auténtico amor. Y así fue, pronto nos escribió una socia para interesarse por ella y darle la familia que merece. Y, por mucha pena que nos diera porque nos conquistó esos días, lo mejor para ella no era estar en nuestra oficina sino en un hogar de verdad.
Ahora vive muy muy feliz junto a Vanessa, su mami.
