Mago era un precioso mastín de 4 años que nos dejó a todos impresionados. Mago era el mastín más bien cuidado que habíamos conocido en todos los años que llevamos trabajando.
Su dueña, Isabel, es una pensionista que ama con locura a su fiel compañero. Hace un tiempo que empezó a cojear y lo llevó a su veterinario. Allí, tras realizarle radiografías, le dieron la peor de las noticias a Isabel: Mago seguramente sufría un cáncer de huesos (osteosarcoma), con muy difícil pronóstico. Pero para asegurarse había que hacerle algunas pruebas que Isabel no se podía permitir.
Mago iba empeorando poco a poco. Isabel sabía que sus días de vida se acababan y Mago estaba sufriendo, pero no tenía dinero ni para eutanasiarle. Fue cuando nos contactó, no pedía ayuda para salvar a Mago sino para darle un final digno.
Mago vino a nuestra consulta, pero antes de dormirle queríamos darle una segunda oportunidad además de asegurarnos que realmente tenía un osteosarcoma. Así que le hicimos radiografías y le dormimos para hacer una biopsia. Mientras esperábamos los resultados del laboratorio, que tardan unos días, pusimos en tratamiento a Mago para que no sufriera dolores.
A los días, nos llegaron los resultados. El informe era desolador: nos confirmaban que Mago tenía un osteosarcoma de grado medio con un potencial metastásico de medio a alto. Así que llamamos a Isabel para darle la fatal noticia, además nos comentó que Mago estaba muy mal y que apenas se movía, Isabel lo tenía que sacar en brazos y eso que Mago pesaba 61 kg. Hay que añadir que en las pruebas radiológicas de control también se observaron focos de metástasis en pulmones.
Con todo el dolor de nuestro corazón, tuvimos que dormir a Mago. Acompañado de Isabel, se marchó sin dolor y junto a todo el equipo veterinario que tanto cariño le habíamos cogido.